martes, 19 de junio de 2012

MI QUERIDO DIARIO.....


31 de mayo de 1988
Querido diario:
Por fin mañana llega el día de partir hacia Djibouti. Te pondré en antecedentes, lo poco que conozco y sé de este país es que esta situado en el este de África, Djibouti limita con Eritrea, Somalia y Etiopía. Sus costas están bañadas por el Mar Rojo y bordea al Golfo de Adén. Su superficie total es de 23,000 km². Uno de sus recursos naturales son las áreas geotermales. Su ciudad capital es Djibouti, y los idiomas oficiales son el francés y el árabe, pero también se habla el somalí y el afar. Asique espero poder defenderme y hacerme entender con el francés.
Yo estaré en una aldea de Loyada, una ciudad situada cerca de la capital. En el campamento al que estoy destinado no dispondremos de mucho, un hospital muy primario y algunas casetas en las que organizarnos junto con la ayuda humanitaria.
Mañana me espera un largo viaje y un día difícil, asique espero poder conciliar el sueño.
Hasta mañana diario.


1 de junio de 1988
Estoy de nuevo, me encuentro rumbo  Djibouti  y de noche no he dormido por los nervios.
9:00 y estoy por el norte del continente. De momento el vuelo es leve, pero quiero dejar este “instrumento”, que por cierto no es muy cómodo pero el servicio es muy generoso y cortés.
He tenido un susto porque un chico del servicio choco con un joven y me vertió el liquido y solido del pedido cuyo destino no fue otro que mis pies. Se disculpo con mucho bochorno e insistió en purgar mis pies. Le roge e insiste en que todo fue un pequeño incidente sin repercusión.
Te dejo, intento dormirme y te escribiré en suelo firme.


2 de junio de 1988
Querido diario:
Ayer al final no te volví a escribir. El vuelo fue perfecto, sin ningún problema y como estaba previsto en el aeropuerto me recogió Didier, un nativo de la aldea que colabora con los voluntarios y quien me sorprendió gratamente. Es un chico de 25 años, muy alto y charlatán que me ha hecho sentir muy agusto. En ese momento en el que cruce mis primeras palabras con él me acorde de cuando mi tía vino a visitarnos desde Francia este año y estuvimos hablando en este idioma.

Mientras íbamos hacia Loyada me iba explicando algunas de las costumbres del lugar y los problemas más inmediatos que trataríamos de resolver.
Cuando por fin llegamos me encontré con mi compañero y amigo Bruno que me ayudó a instalarme en mi cabaña. Es bastante pequeña y no consta más que de unas mantas sobre un montón de paja y unas pequeñas tablas a modo de escritorio. Me recodo a cuando nos fuimos de camping unos cuantos amigos a pleno monte lejos de todo el tumulto de la ciudad.
Me enseño también el campamento donde trabajaremos y presento a algunos colegas y después empecé a conocer a alguno de los aldeanos, amigos y familia de Didier. Todos ellos gente maravillosa que estoy seguro que no me arrepentiré de conocer.
Hoy será un duro día de trabajo asique voy a ponerme manos a la obra y mañana te contaré...
Hasta mañana diario.

3 de junio de 1988
Querido amigo:
Ayer como anticipé fue un día muy duro, llegaron los primeros cargamentos de ayuda humanitaria y tuvimos que organizarlos en las casetas y posteriormente distribuirlos equitativamente para el posterior reparto entre los lugareños.
Llegaron varios camiones con comida y bebida y otros con ropa y algunos juguetes. Fue justo en el momento del reparto cuando peor lo pase, el ver toda esa gente en fila esperando civilizadamente para recoger su comida y provisiones y el pensar lo afortunados que somos nosotros, es ese sentimiento que sucede cuando ves algún caso así en la televisión pero multiplicado por mil.
Todo el mundo es amigo de todo el mundo y no suelen discutir, cosa que les envidio y deberíamos tomar nota de ellos.
También eché una mano en el hospital ayudando a los médicos y enfermeros. Mucha gente enferma por beber agua en mal estado y muchos niños por no comer los suficientes alimentos. Tuve que poner inyección a una mujer y lo pase realmente mal.
Bueno diario mañana volveré a escribirte, hoy estoy realmente cansado… hasta mañana querido diario

4 de junio de 1988
Hola diario,
Recién me he levantado y me dispongo a empezar el día. Espero poder dar una vuelta por la aldea y charlar un poco con la gente, es algo que me encantaría hacer y ya que nunca he tenido la oportunidad espero poder aprovecharla.
Creo que después de esta experiencia viajare siempre que pueda y tratare de ayudar un poco más a la gente. Ayer al acostarme estuve dándole muchas vueltas a todas las experiencias tan intensas que viví en un solo día y me plantee todas las que podría vivir si saliera más a menudo.
Para ello me preparare e intentare aprender más idiomas que como estoy comprobando es algo realmente útil.
Bueno diario voy a ponerme manos a la obra, dejemos los propósitos futuros y centrémonos en el presente.
Seguro que hoy es otro día lleno de emociones y aprendizaje.

5 junio de 1988
Querido diario:
Hoy es cinco de junio y prepárate, porque tengo un montón de cosas que contarte.
Ayer nos quedamos sin algunas medicinas para el hospital y tuvimos que ir a Djibouti, la capital para conseguirlas. Fuimos Bruno, Didier y yo.
Aunque me puse el despertador, entre los nervios y el cantar tan maravilloso que se oía de los diversos y exóticos pajarillos me desperté antes de que sonara. Al salir de la cabaña un olorcillo lejano a chascas que no se habían terminado de apagar de la cena anterior me revolvió un poco y me tome un delicioso café para desayunar.
 Salimos muy temprano y pude contemplar el impresionante amanecer Africano, lleno de colores magníficos. También cómo no, nos cruzamos con algunos animales típicos de los documentales y me quede maravillado al verlos, a tanta velocidad corriendo por el desierto…
Cuando llegamos a la capital el ruido era totalmente diferente, coches, motocicletas, demasiada gente, en definitiva, el ajetreo típico de una ciudad comparado con el “sonido de la tranquilidad” de la aldea.
Antes de volver nos paramos a comer en un restaurante donde nos sirvieron platos típicos africanos. Creo que siempre recordare los múltiples sabores de aquellas comidas, algo muy diferente y a la vez exquisito de todo aquello que yo había comido hasta entonces.
En el camino de vuelta me quede algo traspuesto pero entre el ajetreo del coche y el fresquillo que ya empezaba a notarse al caer la noche no conseguí dormir del todo.
Hoy me he despertado con mucha fuerza y animo en seguir con nuestra tarea, el día en el hospital ha sido bastante tranquilo y el reparto de alimentos, como siempre, muy civilizado y ordenado.
También hemos repartido los juguetes entre los niños de la aldea y al finalizar la jornada hemos estado jugando con ellos durante casi dos horas. Unos partidos con el balón y unos juegos de comba de los que apenas me acordaba.
Te dejo por hoy, mañana te seguiré contando las anécdotas de este maravilloso viaje que ¡no olvidare en la vida!

 Hasta mañana diario...

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